Quisimos diseñar una casa de geometría sencilla, sacando el máximo de provecho a cada metro cuadrado construido. Una casa para una familia reducida, pero con muchos amigos, dónde se privilegia el espacio de encuentro, la celebración y el juego. La vida gira en torno al espacio central que aúna el living y la cocina, comunicados con el comedor a través de una gran puerta corredera de vidrio, hace que sean recintos tanto independientes como unidos. Este comedor se transformó en el corazón de la casa, ganándole el apodo familiar de “La Luciérnaga”. El jardín de invierno refleja el cielo durante el día y hace la casa brillar de noche, como una pequeña luciérnaga encendida en medio del verde. Esta casa nos invita a quedarnos adentro como si estuviéramos en medio del jardín.